Hoy leía acerca de una leyenda japonesa sobre el
destino y el amor. De cómo sin quererlo todo nos lleva hacia algo...o alguien, personas que vas conociendo y decisiones que vas tomando siempre con la sensación de que te van llevando
hacia algo o...alguien.
Pero, imaginad por un momento como soportar la
sensación tan brutal que puede o podría suponer encontrar el otro lado de ese
hilo, algo que el destino (los hados de la fortuna o como queramos llamar a ese extraño compañero que nos acompaña tras cada decisión en nuestras vidas) lleva toda tu vida llevándote a encontrar...falta de
respiración, sofocos, temblores, aumentos de temperatura corporal,
desvanecimientos, aceleración del tiempo, desorden alimenticio, debilidad...soportar...o
disfrutar de las sensaciones más increíbles e intensas que la vida puede
ofrecerte.
El secreto...dejarse llevar, no forzar, sinceridad,
complicidad, comprensión, empatía, libertad...palabras, simples palabras que pueden suponer un
todo, o la nada, al fin y al cabo, decisiones,
si, otra palabra, otra sencilla palabra que lo supone todo, supone tomar las
riendas de tu vida sin miedo al fracaso, palabra fea que sólo nos enseñaron para no
tener que decidir. Nadie fracasa por tomar un camino...aprende, siempre
aprende, avanza y evoluciona.
En fin, la vida, he decidido no tener miedo a nada,
no se pierde lo que no se posee, no se quiere poseer lo que se ama, al fin y al
cabo, esto es corto, muy corto, demasiado para perderse en miedos y escusas
para seguir el camino que, aunque a veces dé miedo tomar, por lo desconocido,
por lo expuesto que te deja salir detrás de tus muros, dentro de ti sabes que
debes tomar, y disfrutarlo...
Es TU vida, no sus
vidas, así que vívela, intensamente, arriesgando, cayéndote para levantarte
después más fuerte, así, caerás mil veces pero serás tú, y eso, eso es lo único
que nunca podrás echarte en cara a ti mismo, y tu mismo eres, al final, al único al que tendrás que rendir cuentas de tu vida.
Miércoles que uno se despierta reflexivo...y con una
mirada grabada a fuego en la mente...que cinco meses después aún sigue impertérrita acompañando mis días...avanzando, conociendo, comprendiendo...amando.
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